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DIARIO DE VIAJE A LA ISLA DE EL HIERRO EN 1779
Juan Antonio Urtusáustegui (1731-1794), nacido en el seno de una de las más influyentes familias del Valle de la Orotava. Fue un ilustrado curioso e inquieto corresponsal amigo íntimo de  Viera y Clavijo, invitado permanentemente a la Tertulia de Nava y fundador de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. A lo largo de su vida ocupó relevantes cargos civiles y militares. En 1779 visito la isla del Hierro como gobernador de Armas y dejo escrito una relación de su estancia que supone uno de los escasísimos documentos sobre la marginada realidad herreña en el siglo XVIII.

Urtusáustegui ha proporcionado uno de los pocos escritos que hablen sobre la isla del Hierro, fruto de su aislamiento. Urtusáutegui fue capaz de tener una gran capacidad de observación ya que en su diario de viaje hablaba de las realidades que en aquel entonces ya formaban parte de la isla como los países del Julan, los Lomos y La  Dehesa. Además de la carencia de agua, el bataneo de la lana, la situación de la ganadería etc.

El viaje de  Urtusáustegui comienza el 4 de Agosto de 1779 en Santa Cruz de Tenerife, después de que el Marqués  de Talavosos le enviara con el gobierno de las armas a la isla. Casi dos días después, exactamente 36 horas después de su embarco, tomaron tierra en Punta Grande.  Se hospedo en el pueblo de Frontera en la casa de Don Mariano Fernández y posteriormente en la asomada de un barranco donde llaman Vergara.
Describe las casas de la isla del Hierro, como casas con techos de pajas, y piedra seca, aunque si bien es cierto que menciona otras con techos de teja y madera procedentes de las sabinas.

El 9 de septiembre de 1779 viajó a Punta Grande, lugar en el que tomo tierra, desde ahí describe las vistas de los dos roques: El de Salmor que hace punta en el cabo que mira hacia el norte hasta la punta de la Dehesa formando un arco abierto
El día 18 acudió a ver el pozo al que los habitantes llamaban Del Roque, en el que se proveían de El Golfo a los Llanillos, tanto el ganado como la población. Tal y como cuenta en su diario el pozo fue abierto en el año 1705 pero su agua era demasiado salobre, prueba de la carencia de agua a la que podían tener acceso. Posteriormente pasó al paraje que llaman Los Ríos para acercarse al pozo que allí se encuentra, bajando por los riscos que bate el mar en busca de las aguas dulces que por allí habían, menciona además lo costoso que resultaba llevar el agua hasta las casas.
Durante los 40 días que paso en Vergara prestó mucha atención a adquirir noticas del cultivo de las tierras, los viñedos y sus formas de criarlos.

El 20 terminó su estancia en Vergara y viajo hacia la Villa, describe el camino hasta la desembocadura de  Jinama, como un risco de una diforme altitud y aspereza hasta su destino anteriormente nombrado.  Una vez llegó a Jinama la describe como un lugar de brezos, viñatigos, barbusanos, hayas y mocanos que formaban según él, un monte divertido.
Tras varias horas de camino por las que pasó por los llanos de Nisdafe, llegó a villa de Valverde, la capital de la isla. En el último tramo de recorrido llamado Tejegüete habla de la existencia de 20 – 25 charcos de agua artificiales creados por los habitantes con el propósito de recoger y almacenar el agua de lluvia.

El 11 de Octubre acudió a la revisión de su compañía con sus respectivas dotaciones,  Comenta que comenzó su revisión a la parte sur, por la del Pinar, y tras tres horas aproximadamente llegó a Taibique, en la que se encuentra la ermita de San Antonio de Abad. Ese mismo día a las 2 de la tarde, llegó al puerto de Naos. Entre Naos y Orchilla hay un paraje en medio de un volcán que él describe como apenas transitable a pastores y orchilleros, en el que se pueden divisar varios asientos con espaldares en forma de sillas. Este vecindario se provee de agua salobre unto al mar y tal y como afirma en su diario, en invierno se proveían de charcos o pocetas de barrancos.  La noche del día 11 la pasó en casa del sargento y le obsequiaron con una serie de bailes que los herreños desempeñaban con mucha agilidad.

 El día 12 a las 7 de la mañana marchó rumbo a Sabinosa, lugar más occidental de la isla. Subió la cumbre caminando y bajó a pie tal y como la describe él “aquella terrible altitud de arena de volcán hasta llegar a los Llanillos. Tras 5 horas de caminata se tumbó a descansar en la Sabinosa. Describe el camino entre el Tabique y el pinar como un lugar despoblado de pinos debido a un huracán que lo destrozó 50 años atrás. A medida que avanza y finalizan las zonas de pino se observa un brezal antiguo y fuerte. En esta Sabinosa, tal y como cuenta el autor, habría entre 27 y 30 habitantes. Destaca también la existencia de viñedos que se habían plantado recientemente y que daban un muy buen vino.

El día 13 por la mañana revisó las demás dotaciones del Golfo, valle que cierra desde la punta de la Dehesa hasta los Roques de Salmor al norte, una gran montaña en forma de herradura.
El día 14 se restituyó en la capital hasta el día 17, en el que pasó a San Pedro a revistar la segunda compañía y parte de la tercera. Acudió al risco que cae encima de los Roques de Salmor y descubrió  un inmenso precipicio. Próximo al precipicio se puede divisar, tal y como cuenta el autor, una cuevecita con la imagen de Nuestra Señora de la Peña.
El 22 por la tarde, tomó un paseo al Charco de Tamaduste, a una legua de la villa. En esta zona el autor aporta una idea que es la de abrir un buen puerto en esta zona con el fin de lograr la seguridad de la que carece la isla.

El día 24 fue a Azofa a más de una legua y media de distancia. En la zona habitaban aproximadamente unos 200 vecinos. Al llegar se revistaron aquellas dotaciones de los milicianos.
El 26 al atardecer, Urtusáustegui salió a registrar el paraje donde estuvo el árbol santo. Caminó sobre infinidad de lomada, cortaduras y barrancos que se atraviesan. Estas grandes laderas, altas y con gran inclinación, son una gran fuente de alimentación para el ganado cuando comienzan las lluvias.

El día 29 quería atravesar la isla en línea recta de oriente a poniente y marchó a las 6 de la mañana con un día bastante tormentoso. Describe ese día con una espesa bruma. A las 6 horas de viaje llegó a la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, que está en medio de 13-15 montañas. Dejando a una legua de distancia la ermita de los Reyes al Puerto de la Orchilla en línea recta, y habiendo subido la primera cuesta para entrar a la cumbre, se encontró la fuente de Binto. Se trata de una estiladera repartida en dos manantiales de muy buena y fresca agua.

El 8 de noviembre paseó hasta el puerto, que es como una hora y media de camino, y allí montó en uno de los dos barquillos que hay de pesca en la isla, a las salinas que fabricó don Felipe Bueno, en la que se recogen de 30 a 40 fanegas de sal. Junto a ellas se halla el pozo de Timijiraque, bastante hondo y de abundante agua dulce, fundado sobre cuatro palos de sabina.
Urtusáustegui habla a menudo de la isla con los términos: empinada, quebrada, compuesta de multitud de lomadas, montañas y barrancos, que la hacen agraria desde la costa y con muy buenas temperaturas, concretamente en la zonas de las Sabinosas debido a la larga y saludable vida de la que allí gozan sus habitantes.

El pescado que en la isla se coge es esquicito. Por ejemplo: pejeperro, morena y otros semejantes que en las otras islas pasan desapercibidos, en esta son manjares. Entre la fauna, Urtusáustegui destaca gran número de palomas, pardelas, taoces, etc. En el roque más pequeño de Salmor y el más avanzado al mar se hallan lagartos muy gruesos de una vara de largo muy similares a una especia de caimán, tal y como relata el autor. Toda la banda del sur hasta el oeste de la isla, destaca por su aspereza y sequedad; las ovejas se sustentan de la Dehesa. Estas dan un queso muy estimado.

Decía Urtusáustegui que para socorrer las miserias que a cada pocos años se ve expuesta la isla. Se fundó un pósito o montepío que se dotó con 1.400 pesos por escritura, que otorgó en Manila a 31 de mayo de 1697. El Marqués Braciforte ha puesto sello a su restauración. El mayor cosechero de la isla es don Pedro Echevarría en el que en años buenos puede recoger 20 pipas de aguardiente, 12 de vino, 13 de higos pasados y de 500 a 600 fanegas de trigo.

Urtusáustegui quedó sorprendido al ver como los isleños de El Hierro usaban la orchilla para dar tinte a los foles o borrachetas, que es como nombran ellos a las pieles de becerro y cabrito.
Destaca el autor la escasa densidad demográfica, puesto que cuenta que la isla no tenía muchos habitantes antes de la conquista y que fueron poco más de 40 familias de los conquistadores a establecerse en ella. Destacan: los Espinosas, Martelos, Padrones, Quinteros, Ayala, Peraza, Mérida, Frías, etc. También hace patente que en esos años de miseria muchos herreños abandonaban la isla, sobre todo a América y a Tenerife.

Aunque si bien es cierto que El Hierro tenía sus milicias, estas carecían de buen armamento de fuego, de pólvora y de piedra de chispa, pero contaban con que la mayor dificultad que podrían tener nuevos colonos era la inaccesibilidad.

Una de las cosas en las que el autor hace más incapié, es en el hecho de que la gente pobre de la isla está subordinada por la gente rica, resalta además, el hecho de que describe a esta gente rica como personas avariciosas y amantes del dinero.

Urtusáustegui queda sorprendido con la admiración y advocación de los isleños a Nuestra Señora de los Reyes a esta capital, que él describía a los isleños como poseídos. Durante el trayecto de la procesión se iban sumando más vecinos de diferentes pueblos: Sabinosa, el Pinar, el Golfo, Azofa, etc. En ella los hombres iban descargando fusilería, mientras que ellas iban tirando flores a lo largo del camino. 
Destaca también el hecho de que no quede burro, mulo, yegua o caballo en toda la isla que no lleve un jinete encima. Tal y como mencionó el autor: “jamás he gozado procesión más festiva, tan vistosa ni de igual concurrencia en la que los herreños se esmeran en forjar su poesías.”
El día 16 de noviembre de 1779 abandonó la isla rumbo en primer lugar a La Gomera. Dos días más tarde salió de La Gomera y tras casi 11 horas de travesía desembarcó en Santiago a media noche. Años más tarde volvió a La Palma, pus recibió una orden del Marqués de Baciforte para que justificase y averiguase toda la información posible sobre el bárbaro suceso del 7 de diciembre ocurrido en el puerto de Naos en el que 36 extranjeros que soltó un bergantín y a quienes dieron muerte de una forma cruel por orden del Gobernador don Juan Briz.

LA ISLA DE EL HIERRO VISTA POR TRES VIAJEROS INGLESES, OLIVIA M.STONE, JOHN WHITFORD Y ALFRED  SAMLER BROWN

Olivia Stone llegó a Canarias concretamente el 05 de Septiembre de 1883 desembarcando en el puerto de Santa Cruz de Tenerife acompañada de su esposo James Harris Stone, para recorrer el archipiélago  a partir de un proyecto perfectamente estudiado y planificado, que duraría tres días.

Su objetivo era acercar Canarias al lector inglés a través de una síntesis de paisajismo urbano y natural, datos de la historia, económicos y culturales y observación de las costumbres de la vida cotidiana de sus habitantes.

John Whitford fue un viajero ingles aquejado de reumatismo que recorrió el archipiélago con una pesada cámara fotográfica a las espaldas. Y publicaría su libro: las Islas Canarias, un destino de invierno en Londres en 1890, que impactó entre los lectores, por estar ilustrado con fotografías y mapas de las islas. Esta escrito con admiración por el paisaje y refleja la pobreza de la isla de el Hierro “La isla es pobre, las casas son humildes y los nativos carecen de ímpetu, las mujeres realizan los trabajos pesados, cargando sobre sus espaldas pesadas cargas”.

Alfred Samler Brown publica su guía Madeira y las Islas Canarias en 1889, en el que incluyó un apéndice en el que informaba sobre todos los hoteles y posadas abiertas en el archipiélago  y detallaba las casas comerciales en funcionamiento  en las capitales y puertos isleños.

De estos tres autores y visitantes de la isla el que bajo mi punto de vista el que más datos aporta es el de Olivia M.Stone.
Su recorrido comienza el martes 25 de septiembre de 1883, saliendo en una goleta desde Tenerife, a las 5 de la tarde llegaron al Hierro desembarcando en el Rio, trepando y saltando por encima de las rocas alcanzaron la costa, los montes cubiertos de lava negra dominan el paisaje. En la zona crecían unos arbustos llamados vinagreras que le daban un aspecto peculiar al paisaje y lo come el ganado.

Observa que toda su costa es acantilada,  hay poco litoral llano y el que hay está rodeado de acantilados, por eso los pueblos o aldeas se encuentran sobre  una meseta en el centro de la isla. Valverde es la ciudad principal y está a 4 millas y media del puerto y a un par de millas del Rio, no hay fonda de ninguna clase y se hospedaron en casa del cura, los habitantes los miraban con curiosidad pues no estaban acostumbrados a ver extraños. Su aposento fue muy humilde,  las paredes tenían más de dos pies de grosor que garantizaba el fresco.

El miércoles 26 de Septiembre segundo día de viaje desayunan café, miel y huevos fritos en aceite, y esperan la llegada de dos mulas y un caballo para salir hacia el pinar. Ven que las casas no están dispuesta en hileras sino diseminadas sin ningún orden,  algunas tienen azoteas y otras las típicas tejas rojas, las paredes están enjalbegadas, la vegetación se entremezcla con las casas. El aire agradable debido a la altitud, unos 1750 pies sobre el nivel del mar.

La isla no tiene residentes acaudalados, la casa del sacerdote es la única de cierto tamaño o comodidad, el resto son las casas de los campesinos.
La isla no posee ninguna carretera ni por consiguiente ningún  vehículo de ruedas.
Las hierbas, helecho y ortigas crecían a lo largo de la pista y donde estaban amuralladas se descubren líquenes que cubrían el lado norte de los muros.  Había poco gente en las afueras y se escuchaba el canto de los pájaros.

El sendero serpentea por entre las curvas de las colinas, se encuentran varias calderas o volcanes prueba del origen volcánico de las islas. El sendero está formado por tierra prensada firmemente por el paso. En su recorrido pasan por Tiñor,  grupo de casas bajas y con techo de paja a 2675 pies de altitud, al subir el terreno se va transformando en una especie de arena roja y es más pedregoso, siguen subiendo y se encuentran charcas de agua que se forman con las lluvias del invierno y como estaban a 3000 pies sobre el nivel del mar no llega a evaporarse totalmente, cientos de pájaros canarios se congregan en ellas.

Constantemente pasar junto a  estanques de agua de lluvia,  una necesidad en el Hierro, ven cultivos de papas verdes y frescos.
En San Andrés las cabañas están construidas con materiales del mismo color del suelo resultando casi invisibles, las casas están amuralladas en esta zona.
A veces el camino atraviesa lugares  que parecen haber sido excavados en el terreno.
A 3500 pies crece el brezo, los pinos tenían formas extrañas y retorcidas algunos doblados hasta el suelo y diseminados.

Llegan al Pinar  y  divisan ovejas y vacas en los corrales, prueba de que abundaba el pasto en los alrededores.
Se dirigen al Malpaso, llegan a una cabaña a 3650 pies sobre el nivel del mar, con un clima agradable, la cumbre de Malpaso es el punto más alto de la isla a 4400 pies la neblina impedía ver el lugar donde debía estar el Golfo.
Cuando alcanzaron una altitud de 2050 pies La Dehesa apareció repentinamente a lo lejos, (famosa por ser el lugar a través del cual Richeliu decidió que el primer meridiano debería pasar ya que era el punto más occidental  que se conocía.)
Sabinosa se extendía a sus pies.

El  jueves 27  de Septiembre  parten colina abajo hacia un manantial de aguas medicinales que hay cerca del mar, lo curioso de este pozo o manantial es que se encuentra bajo el nivel del mar, dicen que es buena para enfermedades de la piel.

Avanzando hacia los Jaralejos  había higos pudriéndose en el suelo en grandes cantidades y secándose sobre los muros y tejados por miles y sin embargo el Hierro no los exporta a otros lugares, no eran comparables a los de Inglaterra ni en sabor ni en tamaño. También hace referencia a que en la isla a pesar de que hay un número apreciable de vacas no se hace mantequilla al no existir demanda y dice que se podía montar un negocio con este producto.

La vid, el centeno  y la cochinilla son los principales ocupantes de la tierra y hay también una cantidad grande de pasto llegando a Tigaday y ven a algunas mujeres con husos hilando mientras caminaban o permanecían sentadas.

Atravesaron varios caseríos del extremo noroeste del Golfo, Velgara, Los Palos  y finalmente  Guinea este último justo debajo del acantilado,  comienza la subida en el sendero cuya anchura varía entre 3 y 6 pies, se ha construido excavando y barrenando el acantilado, el suelo es de piedras oblongas, las curvas eran frecuentes y cerradas subiendo en fila india, el paisaje es precioso, es increíble pensar que esa pared inclinada es el único camino entre una de las zonas más pobladas de la isla y su capital Valverde, es un gran camino en todo el sentido de la palabra y un triunfo de la técnica semicivilizada, se cruzaron con campesinos que llevaban varas largas con las que se ayudaban a caminar.

Observa que los hombres son altos pero desgarbados, de aspecto tímido, como ausente, tienen aspecto sincero y por regla general hombres y mujeres tienen rostros claros y sanos, el pelo casi siempre castaño oscuro, son tranquilos y agradables y son capaces de coger y apreciar las bromas.
Hace referencia a que no hay obras públicas a medio terminar ni grandes casas en decadencia. Todo es pobreza. Los habitantes son campesinos y los más acaudalados siguen siendo campesinos de clase media.

El viernes 28 de Septiembre cargan la mula con el equipaje partiendo de Valverde hacia el Puerto, un amplio sendero de una legua y media discurre entre Valverde y el  puerto. 
Al salir de Valverde pasaron junto a dos molinos de viento con aspas de lona muy remendadas y por un cementerio rodeado por altos muros y se extrañan que todos los  cementerios estén rodeados de altos muros.

El mar se dibuja a los lejos aunque no puedan ver ni la costa ni las rocas, la bajada era empinada y abrupta. Hacia el norte divisó varias puntas escarpadas que penetraban en el mar formando pequeñas bahías. La costa agreste y afilada y los acantilados protegen a la isla de la furia de un atlántico salvaje. El Hierro era el punto más occidental entre África y América y fue lo último que vio Colón en sus viajes al nuevo mundo.

Mientras esperan en el puerto ven que la mayor parte de las mujeres van con los pies descalzos.
La llegada y la partida de la goleta era el único acontecimiento de la semana para los herremos y lo único que los mantenía en contacto con el mundo exterior.

2. De estas dos primeras lecturas, que corresponden a dos momentos distintos de la historia de la isla (siglos XVIII y XIX), realiza una comparación de los aspectos que los autores tratan, similitudes y diferencias de sus descripciones y relatos (2 páginas como mínimo).

Para establecer una relación entre los dos libros hay que partir de la idea de que se trata de siglos diferentes, pero en la isla del Hierro, desde el punto de vista del desarrollo tanto de infraestructuras como crecimiento socioeconómico ha sido un proceso muy lento.
Ambas lecturas tienen en común que describen El Hierro con más semejanzas que diferencias, esto hace evidente que no se ha producido desarrollo alguno. Todos los autores llegan a la isla en pequeñas goletas, Además de la dificultad de la que hablan muchos de ellos para desembarcar debido a pésimas condiciones del puerto.
Los libros describen la isla como un lugar acantilado con numerosos barrancos a los largo de su superficie, y grandes acantilados.

Hablan de pequeñas casitas muy humildes fabricadas con techos de paja, a excepción de la casa del cura que tal y como mencionaba Olivia Stone la casa del cura era la única que parecía tener cierto tamaño y comodidad, mientras que el resto de las casas pertenecían a campesinos.

Evidentemente el Hierro no contaba con infraestructuras de transportes como por ejemplo carreteras etc. Apenas habían pequeño caminos por lo que transitaba el ganado y los habitantes de la isla.
Cuando describen la zona de Valverde, lo hacen diciendo las casas no tienen planificación alguna, no se trata de hileras de casas, sino que se encuentran diseminadas sin ningún tipo de orden. Hablan de un clima fresco en la que la vegetación y viviendo funden dando lugar a un bello paisaje.

Todos los autores de los libros en algún momento de su recorrido y sus experiencia hablan del paisaje fruto de un volcanismo reciente (el que más en todas las islas canarias, puesto que es la isla más joven del archipiélago).
Además de lo anterior, los libros tienen en común su admiración a los ingenios de los habitantes del Hierro para conseguir agua de la forma que fuese necesaria; ya sea con charcos artificiales para recoger el agua de lluvia, construyendo pozos, o subiendo y bajando vertiginosos acantilados para recoger ese bien tan preciado en canarias como es el agua.

Por la forma de describir las casas de otros pueblos como el de San Andrés y algunos matices entre los dos primeros libros ya que en el primero no menciona un amurallamiento en las casas mientras que Olivia Stone si lo hace, además destaca el hecho de que las casas son del mismo color que la Tierra por lo que de lejos parecían casi invisibles.
Llegando a la zona del Pinar tanto Antonio Urtusáustegui como Olivia Stone, hablan de grades pastizales en los que abunda el ganado sobre todo, ovejas y vacas, que un momento determinado algunos de los escritores se cuestionaron el  por qué si había existencia de vacas limitarse solo a la fabricación de quesos y no de otros productos lácteos como la mantequilla.

Tanto Olivia Stone, John Whitford, Alfred Samler Brown y Urtusáustegui describen una realidad en la isla de Hierro que se basa en una gran pobreza en todos los aspectos en la isla, no hay grandes infraestructuras públicas, se trata de una economía  pobre, con escases de bueno recursos hídricos y el peligro que corrían los habitantes de la isla subiendo y bajando acantilados para poder almacenar agua, con zonas volcánicas sin caminos de fácil tránsito, describe a la sociedad del Hierro como personas honradas y trabajadoras en la que las mujeres hacían muchos de los trabajos más duros y aun así tenían fuerzas para llegar la noches y hacer sus bailes típicos.
Algunos como Urtusáutegui quedaron impresionados de la adoración a las vírgenes y sus procesiones llenas de belleza en la que hombres mujeres y animales participaban como uno solo.

03. Hierro, EL (SIGLOS XV-XIX). LOS CAMINOS TRADICIONALES DE CANARIAS
CAMINOS TRADICIONALES DE CANARIAS. EL HIERRO, SIGLOS XV-XIX

El Hierro es la isla que se sitúa en la posición más occidental  del archipiélago, por tanto, es  la  más alejada del continente africano y es a su vez el territorio canario más  cerca de América. Está localizada a  61 km de la Gomera, 68 km de La Palma y 118 de Tenerife y es la más pequeña de las  siete islas con una superficie de 269 km.

Históricamente, cuando la navegación se efectuaba a vela, su localización geográfica facilitaba el desplazamiento hasta ella de cualquier punto del noreste y del noroeste del Atlántico, dado el componente estacional de los vientos y la dirección de las corrientes que la afectan. Sin embargo, estas facilidades de acceso se convierten en desventajas, cuando se trata de salir de la isla, porque las corrientes y los vientos eran adversos para los desplazamientos en sentido contrario.
De hecho, no existen en sus 106 km de litoral  abrigos naturales aptos para el refugio y desembarco de navíos, la configuración estructural de la isla hace de sus costas lugares casi inaccesibles, y es la de mayor pendiente media del  Archipiélago.

El Hierro es geológicamente muy joven, apenas tiene una antigüedad de unos 750.000 años. En ese espacio temporal creció rápidamente, a base de la superposición de conos y coladas volcánicas, esto condiciona además el escaso desarrollo de los suelos que son predominantemente pedregosos y poco profundos y que al descansar sobre materiales sin alterar, contribuyen a que la erosión descubra con facilidad la roca madre en gran parte de su superficie.
La red caminera de la isla de morfología en dorsal se caracteriza por la interacción de los siguientes tipos de caminos:
-Camino de capital a puerto es el camino principal que enlaza la capital insular con el puerto principal.
-Camino de circunvalación periférico de primer orden. Es el camino de primer orden que circunvala la isla y que une todos los centros agrícolas costeros con la capital insular.
-Caminos de banda a banda: caminos de interfluvio que comunican los centros agrícolas de ambas fachadas de las dorsales a través de las cumbres.
-Caminos de cresta, que son los que recorren las crestas de las cordilleras dorsales.
-Caminos de mar a cumbre que comunicaban las localidades costeras con las cumbreras atravesando las medianías.
-Caminos de centros agrícolas a costas que son caminos de interfluvio que unen los centros agrícolas con los respectivos puertos.


Fueron los bimbaches los que abrieron y diseñaron las primeras sendas del territorio insular. Éstas fueron las líneas guías sobre las que evolucionaron los caminos que se siguieron a partir de la conquista de la isla, entre 1445 y 1450, y que perduraron hasta mediados del siglo XX.
Los primeros habitantes siguieron las rutas naturales. Aprovecharon las oportunidades  de desplazamiento que ofrecían la orografía, las condiciones climáticas y la vegetación y, por eso fueron los primeros en optimizar la utilización del espacio.

Estas sendas se adaptaron al paso de las personas y de los animales, fundamentalmente, de las cabras, ovejas y cerdos, lo que determinó que fueran estrechas y sin apenas obras de acondicionamiento. Es imposible reconstruir con exactitud  las vías que diseñaron dichos pobladores, porque la reutilización y la falta de referencias a estos pasos naturales lo hace inviable. Sin embargo se deducen las posibles rutas.

Desde su conquista hasta la abolición de los señoríos, el Hierro formaba parte del Condado de la Gomera. El trazado de la red de comunicaciones terrestres se mantuvo, aunque la introducción de una nueva cultura tecnológicamente superior modificó el signo de la intervención en el medio, transformándolo, añadiendo nuevos medios de transporte (animales de carga o tiro) y favoreciendo las obras de mantenimiento en los trazados existentes que fueron reutilizados y modificados en función de las nuevas exigencias.

Los pueblos de la isla eran de escaso tamaño y sus viviendas tenían unas condiciones precarias, durante el siglo XVI aparece un nuevo modelo de comunicaciones  reutilizando las rutas practicadas por los bimbaches y abriendo algunos caminos agrícolas y silvícolas.

El  proceso de colonización territorial generó una red de comunicaciones precarias, caminos estrechos expuestos a los avatares de las condiciones climáticas. Los senderos se comenzaron a empedrar en los lugares de mayor pendiente para mejorar el paso de las caballerías, transformando las sendas y veredas en caminos de herradura. La apertura, arreglo y mantenimiento de los caminos era competencia del consejo capitular.

La expansión agrícola fue lenta y tardía, produciéndose sobre todo a finales del siglo XVI y primeras décadas del XVII, en estas fechas el paisaje se vistió con las paredes de los cercados y con los aljibes de los pastizales, una forma materializarse en el territorio esa continua lucha entre el pastor y el agricultor.

La red de caminos en el siglo XIX se estructuraba en torno a las tres comarcas de mayor población y actividad económica: La comarca de Valverde-Barlovento-Nisdafe, el Valle del Golfo y el Pinar-La Dehesa.

A lo largo del siglo XIX y durante las primeras décadas del siglo XX, con mayor intensidad la respuesta a las dificultades económicas insulares en un medio que poco o nada proporcionaba, derivó en un proceso de emigración masivo. El hambre y la penuria obligaban a sus gentes a marchar lejos en busca de un futuro mejor. Si resumimos, el Hierro es una isla abrupta, pequeña, poco poblada, señorial, con escasos recursos y periférica desde el punto de vista de su papel en el marco económico regional.
La primera carretera que se terminó en el Hierro fue en 1926. La infraestructura de comunicación de mayor envergadura, el túnel que comunica el norte de la isla con el Valle del Golfo por las puntas se ha realizado en el siglo XXI en el año 2003 concretamente.



Resumiendo hasta hace unos pocos años el escaso grado de evolución y dinamismo de la red viaria del Hierro y las dificultades de su población para superar la situación de autarquía de su economía establecieron entre si  una relación de causa efecto. La penuria generalizada impedía el desarrollo de las comunicaciones y la deficiencia que presentaba la red repercutía en un menor grado de articulación espacial. Este círculo vicioso impidió, durante mucho tiempo, el logro de una necesaria cohesión social y territorial, condición indispensable para el progreso de los pueblos.

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